ECOSISTEMAS BENTONICOS
Las comunidades bentónicas son muy diversas según la naturaleza del sustrato (roca, arena, limo) y la profundidad. En los fondos marinos suele reinar una estabilidad de condiciones muy superior a la propia de las aguas pelágicas, donde se encuentran el plancton y el necton, y que están sometidas a movimientos y cambios incesantes.
Los organismos bentónicos tienen escasa o ninguna capacidad de natación, lo cual les permite adoptar formas que no se ajustan a exigencias hidrodinámicas y, como no se enfrentan con problemas de flotación, pueden desarrollar estructuras esqueléticas gruesas como conchas y alcanzar tamaños considerables; por ejemplo, el molusco bivalvo del Pacífico, la Tridacna, puede tener hasta 2 metros de diámetro.
Los organismos vegetales se fijan directamente en el fondo, mientras que los animales se pueden anclar, enterrar o reptar. Su hábitat suele ser la superficie y los pocos centímetros superiores del material del fondo oceánico formado por arena, rocas o fango.
Los seres que habitan el sistema bentónico abarcan la plataforma costera, la continental, el talud continental, la zona abisal y las grandes fosas oceánicas, es decir el bentos se extiende por toda la superficie del fondo de mares y océanos, de norte a sur y de este a oeste de la Tierra, aunque, como es natural, su densidad varía mucho de unas zonas a otras, decreciendo progresivamente su abundancia de acuerdo con la profundidad.
Son muchas las clasificaciones que se han hecho del sistema bentónico y una de las más utilizadas lo divide en cuatro regiones de profundidades progresivamente crecientes: la supralitoral o subterrestre; la costera o intermareal, también llamada sublitoral; la litoral propiamente dicha o batial, y la abisal. En estas regiones, las condiciones del medio: luz, temperatura, presión y salinidad, así como el tipo de materiales sedimentarios del fondo, van cambiando de manera gradual de acuerdo con la profundidad y la distancia de la costa, lo que ocasiona modificaciones características en la distribución de los organismos del bentos.
La región supralitoral, que raramente cubren las aguas y en la que se encuentra un intenso grado de humedad ambiente, puede considerarse como la frontera entre el medio terrestre y el marino; en esta zona se localizan muchos seres de origen terrestre más o menos habituados al régimen especial de vida en las arenas o en las rocas costeras. Insectos como las llamadas cicindelas son abundantes en las dunas de las partes altas de las playas, y conviven con las pulgas de mar que son, por su parte, crustáceos marinos acomodados a la vida casi permanentemente terrestre.
Dentro de la región supralitoral, pero más próxima al agua y en parte en la zona afectada por las mareas, se encuentran adheridas a las rocas de forma íntima y encerradas en sus caparazones las "bellotas de mar", crustáceos del género Balanus que resisten prolongadísimos periodos de sequía e insolación. Suelen estar también algunos moluscos como las litorinas, pequeños caracoles que tienen gran resistencia a los largos periodos de emersión.
En la zona costera o intermareal, sujeta a la acción de las mareas y del oleaje, la fauna y la flora se incrementan de manera extraordinaria, tanto en lo que se refiere a la riqueza de grupos zoológicos y botánicos que la integran, como al número de individuos que la componen. Esta riqueza de grupos animales y vegetales se debe al extraordinario polimorfismo de la región en cuanto a las características fisicoquímicas y de tipo de suelo que se presentan, lo que da lugar a la existencia y desarrollo de las más diversas formas posibles de seres vivos.
Dentro de esta zona pueden considerarse, a su vez, dos tipos de fondos diferentes: los rocosos y los arenosos o fangosos, ambos poblados por gran variedad de especies distintas.
En las zonas rocosas existe un número grande de tipos de celenterados, como hidrozoarios, anémonas, abanicos de mar y corales, que cuando abundan forman los arrecifes coralinos. Son frecuentes también los moluscos de muy variados géneros, como las lapas, que se pegan fuertemente a las rocas, y los quitones, que tienen su concha formada por muchas placas.
Otros moluscos son los bivalvos como mejillones, ostras y ostiones que se adhieren directa y firmemente por su concha a los soportes rocosos de los que casi es imposible despegarlos.
En los intersticios de las rocas es frecuente que se escondan algunos cefalópodos, como los pulpos.
Son característicos también de esta zona los equinodermos, representados por las estrellas de mar, los ofiúridos o bailarinas de mar y los erizos, cuya forma globosa les permite rodar ante los embates de las aguas y que también suelen perforar las rocas, por la acción continua de sus espinas, formando oquedades hemisféricas donde se guarecen.
Son muy frecuentes los crustáceos, entre los que se encuentran los cangrejos ermitaños habitando dentro de las conchas abandonadas de moluscos para proteger su cuerpo; sobre ellas se fijan esponjas y actinias. Entre los anélidos o gusanos anillados están los tubícolas que forman tubos calizos donde viven. Finalmente, abundan los peces de los más variados grupos, formas y colores.
En las zonas no rocosas de la región costera, los fondos se suceden desde las arenas gruesas, cascajos y conchuelas, pasando por las arenas finas y las fangosas, hasta los fangos todavía más finos del inicio de las grandes profundidades de la plataforma continental. Sobre estos fondos son frecuentes las praderas de fanerógamas marinas, que forman ambientes especiales con faunas características como el camarón, los nudibranquios, peces como los caballitos de mar, otros de cuerpo deprimido como las rayas, torpedos, lenguados y una variedad de especies nadadoras.
La siguiente zona, la litoral, ya no se descubre con las mareas y abarca, en su nivel más profundo, hasta la región limítrofe de la plataforma continental con el talud de caída a los grandes fondos; las características de variabilidad de los organismos van desapareciendo progresivamente con la profundidad; éstos tienden a uniformarse en el medio bentónico abisal.
Existen en esta zona algunas áreas rocosas, pero lo normal es la presencia de grandes masas de sedimentos, tanto más abundantes cuanto mayor es la profundidad. Son habitantes característicos de esta región las esponjas, frecuentemente fijas a conchas de moluscos; hidrozoarios y celenterados como los corales rojos, y equinodermos de todos los grupos como erizos, estrellas, ofiúridos, holoturias y crinoideos.
En la región litoral se observan numerosísimos anélidos y moluscos; los crustáceos abundan en sus variadas formas y finalmente se encuentran los peces cartilaginosos en grandes cantidades, siendo algunos de sus representantes los escualos de profundidad, como algunas especies de tiburones que presentan escasa movilidad, así como una multitud de familias de peces que tienen importancia en la economía pesquera, por ser las que forman la base de la pesca de arrastre.
A la última región, la abisal, corresponde una serie de características especiales, ya que a los 200 metros de profundidad la luz no se recibe en suficiente cantidad, aunque las últimas alcancen los 1 200 metros; como consecuencia de ello, no hay vida vegetal autótrofa, puesto que no existe posibilidad de que se lleve a cabo la fotosíntesis.
Los seres que viven en esta región tienen un régimen de alimentación heterótrofa, nutriéndose a expensas de otras presas animales o de los detritos que descienden de las capas superiores; la falta de luz y la escasez de alimento determinan el tamaño desmesurado de las bocas de muchos peces abisales, que de esta forma aseguran la captura de sus presas.
Los fondos son casi exclusivamente fangosos y de poca consistencia, lo que obliga a los organismos sedentarios a disponer de bases de sustentación para no hundirse. Algunos de los animales de ese bentos tienen patas muy largas, como los llamados "cangrejo araña", o presentan su estructura desparramada, como en las estrellas de mar, para garantizar la distribución de su peso en mayor superficie y aligerarlo.
La fauna abisal es uniforme y esto se refleja en las formas de adaptación que presenta: es igual en unos mares que en otros, de norte a sur y de este a oeste de los océanos, lo que repercute en que disfrute de amplísimas áreas de distribución geográfica.
Esta fauna es la más pobre de todas las que pueblan las distintas regiones del océano, aunque ello se compensa por su rareza y curiosidad en las formas de adaptación.
La profundidad a la que empieza la verdadera pobreza es a los 4 500 metros, donde la fauna abisal bentónica presenta las más variadas adaptaciones, como la extensión de los elementos de sustentación; en esta área se encuentran representados corales, esponjas, moluscos, equinodermos, artrópodos y peces, entre otros seres vivos.
La vegetación bentónica se encuentra principalmente sobre las rocas y otros sustratos duros. Son muy pocas las plantas superiores o fanerógamas que viven en el mar, y predominan grupos de algas, entre las que destacan especies pluricelulares, cuyas células se agregan en filamentos, a veces ramificados, y en láminas a menudo recortadas.
Existen tres grandes grupos de algas del bentos con coloraciones muy diversas: las feofitas o algas pardas, las rodofitas o algas rojas, y las clorofitas o algas verdes.
Las feofitas contienen pigmentos carotenoides, como la ficoxantina, que les confieren una coloración parduzca; sus células están revestidas de gruesas capas de mucílago que les permiten acumular en sus tejidos grandes cantidades de agua para evitar la deshidratación durante los periodos de bajamar.
Las algas pardas viven preferentemente en mares fríos, en las comunidades del litoral. Pertenecen a este grupo las mayores algas conocidas, las grandes Macrocystis del Pacífico, de 50 a 70 metros de longitud.
Típicos de las regiones tropicales son los "sargazos o uvas de mar", que presentan frondas en forma de hojitas y flotadores esféricos que simulan uvas. Algunas especies de sargazos se han adaptado a la vida planctónica y viven flotando, dispersas por grandes extensiones en la superficie del llamado Mar de los Sargazos, pero la mayoría cubren los fondos.
Las rodofitas presentan clorofila acompañada por pigmentos rojos como la ficoeritrina y azules como ficocianina, que les permiten aprovechar un amplio espectro de radiaciones luminosas.
Las células de las algas rojas tienen su pared formada por una sustancia que se gelifica dando coloides complejos, a modo de una jalea más o menos compacta que reúne las células y llena los huecos que quedan entre ellas. Algunas de estas sustancias, como el agar-agar que se obtiene del alga Gelidium y la carragenina, son de un elevado interés industrial.
El grupo de las rodofitas comprende casi 4 000 especies, en su mayoría marinas, predominando en los mares templados y cálidos; en general viven fuertemente adheridas a las rocas. En las costas del Japón se encuentra un alga del género Porphyra, con aspecto de lámina fruncida, de coloraciones violáceas o rojizas, que es ampliamente cultivada para la obtención de un alimento muy popular, el "laver púrpura".
Dentro de este grupo existe uno muy diferente por su aspecto, el de las "algas coralinas", cuyas membranas se impregnan de carbonato de calcio, formando revestimientos rosados o blanquecinos sobre las rocas o sobre mejillones, moluscos y otras algas y plantas superiores.
El tercer grupo de las algas del bentos es el constituido por las clorofitas, las más parecidas a las plantas superiores por su contenido en pigmentos, sobre todo clorofila, que les proporciona una coloración casi siempre de tono verde.
Es un grupo con una distribución muy amplia y con formas muy variadas, desde unicelulares hasta pluricelulares de organización compleja; algunas son filamentosas simples o ramificadas que forman penachos verdes; otras son láminas más o menos recortadas, como las "lechugas de mar", o tubitos reunidos en haces, a veces abiertos por la parte superior a modo de delicadas cintas de bordes rizados.
La mayoría de las clorofitas vive en las aguas dulces y sólo secundariamente se han localizado en las costas en la zona de rompientes y en los estuarios. Muchas especies prefieren las aguas contaminadas como las de los puertos, ricas en sales minerales nutritivas.
Algunas especies pueden ser dañinas debido a su rápida proliferación, como la denominada "enteromorfa", la cual llega a ser tan abundante que al caer al piso se pudre, agotando las reservas de oxígeno del agua y provocando la muerte de la rica fauna enterrada en el fondo de las zonas ribereñas, de la que son componentes principales las almejas y los berbechos, fuente fundamental de riqueza de estas localidades.
El conjunto de algas arrojadas por las olas se denomina "varec" y su estudio ofrece siempre puntos de interés, ya que en algunas costas las arribazones de varec son tan importantes que justifican su recolección para la extracción de alginatos o para el abono directo de los campos.
Con respecto a las plantas consideradas como las más evolucionadas, en el mar viven muy pocas fanerógamas que constituyen praderas sobre los fondos costeros bien iluminados. Entre los principales géneros que forman estas praderas están: Zoostera, Posidonia y Thalassia; este último es el más abundante en América.
Entre estos vegetales y sobre ellos vive una compleja comunidad de peces, crustáceos y pequeños animales solitarios o coloniales que encuentran en la penumbra, creada por estas praderas, el refugio ideal para cuidar y defender a sus pequeñas crías de los ataques de las especies mayores. A medida que se desciende y la luz escasea, las plantas, cada vez más raras, se tornan amarillentas, las hojas se retuercen y la vegetación acaba por desaparecer, disminuyendo la productividad de alimento a través de la fotosíntesis.
El fondo oceánico, además de representar un espacio grande para vivir y de ofrecer lugares donde los organismos encuentran mayor protección, es una zona de colecta de alimentos, que llegan al fondo desde las aguas superficiales.
Los animales bentónicos deben consumir las partículas alimenticias que provienen de la superficie o bien depredarse unos a otros. El alimento es abundante en los fondos de las regiones litoral y sublitoral, pero comparativamente hay menos en la abisal, lo cual es compensado por las bajas temperaturas que hacen que el metabolismo de los organismos que en ella se encuentran sea menor y que, por lo tanto, también disminuya el requerimiento de nutrientes.
Para contrarrestar la escasez de alimento, los animales del bentos desarrollan ciertas estructuras especializadas que les permiten obtenerlo; por ejemplo, los peces abisales que aumentan su capacidad olfatoria y forman apéndices para atraer y capturar sus presas.
En las regiones litoral y sublitoral existen animales herbívoros que se alimentan principalmente de algas, pero dominan los organismos que lo hacen de otros animales; pueden ser suspensívoros, depositívoros y carnívoros.
Los suspensívoros también son llamados filtradores, porque se alimentan filtrando plancton y materia orgánica dispersa en el agua del mar; son particularmente importantes por ser los responsables del consumo del plancton y su conversión en concentraciones mayores de carne sólida. Casi todos los animales bentónicos sésiles, como las esponjas y los corales, tienen este tipo de alimentación.
Los depositívoros, también conocidos como "comedores de fango", son organismos que se alimentan de la materia orgánica que se encuentra en el sedimento; pueden ser de dos tipos: los que se entierran en el sustrato y pasan el sedimento a través de su aparato digestivo, como los anélidos poliquetos, y los que son selectívoros, es decir que toman del sedimento sólo las partículas alimenticias, como algunos moluscos que con sus sifones capturan estas partículas.
Los carnívoros son organismos que cazan y se alimentan de otros animales, por lo que desarrollan órganos especializados para lograr la captura, como los tentáculos de las anémonas cargados con células urticantes que paralizan a sus presas. Muchos peces bentónicos tienen este tipo de alimentación y compiten con algunos del necton.
Los animales bentónicos pueden localizarse sobre el fondo oceánico formando la llamada epifauna, que se puede encontrar sobre las rocas o los guijarros o presentando algunos desplazamientos; otros viven dentro de los sustratos, principalmente arcillas y barros, y constituyen la infrafauna.
La distribución del bentos depende de los factores físicos, químicos y biológicos que se presentan en el fondo del océano. Algunos de ellos controlan la distribución horizontal y otros la vertical; por ejemplo, la luz caracteriza la distribución de la flora y la fauna de los fondos oceánicos iluminados, mientras que el tipo de fondo caracteriza la vida bentónica en las facies rocosas, en los fondos arenosos y fangosos, y la profundidad a los organismos de los fondos oceánicos abisales.
publicado por luisa de 4 C
hola compañera luisa sabes acabo de leer tu informacion y esta muy interesante verdaderamente muy interesante sigue asi vas muy bien bueno se despide de ti lilianan hernandez de IV "c ".
ResponderEliminarQue tal compañero demasiada teoría demasiada, no la leí cuando acabo toda pésimo, pésimo, atte. Candido Cueto Rguez
ResponderEliminarHOLA COMPAÑERA TU INFORMACIÓN ESTA MUY BIEN E INTERESANTE BUENO COMPAÑERA SOLO QUE HUBIERAS RESUMIDO UN POCO POR QUE SON MUCHAS LETRAS TE FALTO MAS IMÁGENES BUENO COMPAÑERA HASTA EL PRÓXIMO COMENTARIO SE DESPIDE TU COMPAÑERA NIDIA SOTO PARRA DE 4 C
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